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De la intención a la acción: el verdadero camino del crecimiento personal

Actualizado: 29 abr

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En el camino del bienestar y el desarrollo personal, es común llenarnos de buenas intenciones: queremos meditar más, cuidar nuestra alimentación, emprender un nuevo proyecto, ofrecer algo valioso al mundo, vivir con más propósito, cumplir nuestros sueños.

Pero hay una gran diferencia entre querer transformar nuestra vida y realmente hacerlo.


En mi escuela de bienestar acompaño a personas en sus procesos de transformación interior, y algo que observo con frecuencia es cómo la procrastinación y la pasividad pueden convertirse en los mayores saboteadores del crecimiento. Este artículo es una invitación a reflexionar con honestidad: ¿estamos actuando en coherencia con lo que decimos querer?


La trampa de la intención


Muchas personas se quedan atrapadas en la “fase de la intención” y nunca pasan de ahí. Especialmente quienes tienden a procrastinar o a adoptar una actitud pasiva ante la vida.

Llenan su mente, y a menudo sus conversaciones, con grandes intenciones, pero rara vez las llevan a cabo.


Pueden incluso convencer a otros de que están haciendo algo valioso, pero en el fondo, saben que no están avanzando. La verdad es que, por muy nobles o inspiradoras que sean tus intenciones, si no las llevas a la acción, no sirven de mucho.


Vivir por diseño o por inercia


No hay misterio: si quieres vivir plenamente, no puedes procrastinar tu propia vida. No puedes sentarte a esperar que las cosas te sucedan. Si tomas una postura pasiva frente a tu existencia, o te quedas en tu zona de confort difícilmente llegarás a sanar tus heridas profundas y a tener la vida que anhelas, a cumplir tus metas y sueños.


Todos tenemos la oportunidad de ser los arquitectos de nuestra realidad: de diseñar nuestra vida, en lugar de vivir por inercia, reaccionando simplemente a lo que nos llega. Pero esa elección depende únicamente de ti.


La acción como camino


Vivir por diseño implica acción. Implica co-crear con el Universo y con todas esas fuerzas más grandes que nosotros. Sí, es verdad que hay momentos en los que es sabio parar y sí, no todo está bajo nuestro control. Pero no podemos pasar la vida entera esperando el momento “perfecto” para actuar. A veces es mejor actuar y fallar, que quedarnos inmóviles por miedo a equivocarnos o fallar.


No hacer nada también es una decisión y como toda decisión, tiene sus consecuencias.

Cuando eliges no actuar, le estás cediendo el control a las circunstancias. Y si no te gustan los resultados, es fácil caer en el papel de víctima, culpando a los demás o al entorno por lo que te ocurre.


En cambio, cuando decides actuar, te haces cargo, te mueves, tomas las riendas. Incluso si fallas, sabrás que lo intentaste. Fallar no es sino un paso más hacia tu meta o tu intención, no es sino una enseñanza que necesitabas vivir. Esa certeza te dará paz, claridad y fuerza para seguir aprendiendo, creciendo y evolucionando de forma activa.


El miedo paraliza


Muchas veces la falta de acción es simplemente miedo disfrazado: miedo al fracaso, al rechazo, a la pérdida, al cambio, a equivocarse. Y en lugar de enfrentar esos miedos ya sean grandes o pequeños, preferimos ignorarlos, esconderlos, mirar hacia otro lado.


Hay quienes, ante un problema o un sufrimiento prefieren fingir que no existe. Se mantienen distraídos todo el tiempo, evadiéndolo con distracciones constantes como: exceso de trabajo, horas frente al televisor o las redes sociales, alcohol, tabaco, etc. Pero ignorar un problema no lo hace desaparecer. Al contrario, lo agranda.


Decidir, arriesgar, actuar


Para vivir plenamente, hay que decidir, hay que arriesgarse, hay que actuar y sí, también hay que equivocarse, aprender y volverlo a intentar. Hay que abrazar las oportunidades, incluso cuando no estamos 100% seguros de si son las correctas.


Conclusión


La transformación personal, así como cualquier sueño o proyecto, comienza con una intención y se sostiene con la acción. Si te reconoces como alguien que tiende a procrastinar o a mantenerse en la pasividad constante, no te juzgues: simplemente obsérvalo con consciencia… y decide: si quieres seguir ahí o dar el siguiente paso.


Recuerda que el bienestar no es algo que se alcanza de un día para otro, o que llega por obra de magia, sino un camino que se recorre con pequeñas acciones diarias, con compromiso, con presencia y coherencia.


¿Estás lista/o para pasar de la intención a la acción? 🙋🏻‍♀️


¿Te gustaría seguir profundizando en este camino?


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