Mi historia con el yoga: del rechazo total a un camino de despertar
- Susana Echeverria
- 10 nov
- 4 Min. de lectura

Hoy quiero contarte un poco de mi historia con el yoga y por qué esta práctica marcó un antes y un después en mi vida. Pero debo empezar por ser sincera: no fue amor a primera vista… para nada.
Mi primera vez: dolor, tensión y cero magia
Nunca me llamó demasiado la atención esto del yoga. Mi primera experiencia fue hace casi 30 años, en Ciudad de México. En aquel entonces, mi ex-esposo y yo vivíamos en el DF, y alguien nos invitó a una Masterclass dictada por un gurú que venía de India. Era un evento masivo, con más de 200 personas. Nosotros, totalmente novatos, asistimos más por curiosidad y por agradecer la invitación.
Lo que prometía ser “transformador” terminó siendo una catástrofe. 😫
Mi esposo quedó con un dolor de espalda que le duró casi seis meses… y yo salí con una tensión terrible en los hombros que tardó días en desaparecer.
Así que decidimos que eso del yoga no era para nosotros.
El yoga me seguía rondando...
Algunos años después, cuando vivíamos en Washington DC, una colega de trabajo me hablaba constantemente de cómo el yoga le había cambiado la vida. Yo la escuchaba con curiosidad, pero por dentro pensaba: “definitivamente no es para mí”.
Pasaron los años. Y entonces quedé embarazada de mis mellizos, en el año 2000.
Hacía danza del vientre, iba al gimnasio y me mantenía activa, pero con el avance del embarazo cada vez me resultaba más difícil continuar. Mi ginecóloga me dijo un día: *“Lo mejor que puedes hacer ahora es yoga prenatal”. Yo pensé: ¿Otra vez yoga? 🙄
Pero como ya no podía hacer mis actividades habituales —y quedarme sin moverme no era una opción y diez años después de mi primera clase, decidí darle una segunda oportunidad al yoga.
La clase que lo cambió todo
Recuerdo como si fuera ayer esa tarde de mayo cuando llegué a un pequeño estudio en la calle 14. El lugar era acogedor, con luces bajas, velitas y un aroma delicioso. El ambiente exhalaba calma. La profesora me recibió con una enorme sonrisa y me ubicó entre un grupo de siete mujeres embarazadas como yo.
Salí de esa clase profundamente relajada, tranquila y en paz. Decidí que continuaría hasta dar a luz. Y así lo hice. El yoga prenatal me sostuvo durante todo el embarazo.
Ser madre de mellizos y la búsqueda desesperada de un respiro
En agosto del 2000 nacieron mis bebés, y mi vida dio un giro de 180 grados.
Seguramente las madres que me leen lo entenderán: nada, absolutamente nada vuelve a ser como antes.
A menudo no me reconocía en aquella mujer cansada, ojerosa, ansiosa y sensible en la que me había convertido. Mis bebés no dormían, yo tampoco, y todo me sobrepasaba. 😥
Tres meses después, abrió un estudio de yoga a una cuadra de mi casa. Para mí fue una señal.
Recordé la paz que me había dado el yoga prenatal y supe que la necesitaba de nuevo, más que nunca.
Decidí asistir a una clase los días martes, mi vida no me daba para más... una hora por semana.
Esa hora de los martes por la noche se convirtió en mi boya salvavidas. Llegaba agotada, salía renovada. Era mi momento para reconectar conmigo, con esa Susana que parecía haber desaparecido cuando me convertí en mamá.
De una hora por semana a una forma de vida
Con el tiempo, mis hijos empezaron el preescolar y pude tomar más clases: primero dos por semana, luego tres, luego cuatro… hasta que finalmente decidí certificarme como profesora.
Hoy, puedo decir que soy una mujer muy distinta a la que comenzó esta práctica. No solo porque la vida me transformó —como nos transforma a todos— sino porque el yoga me devolvió a mí misma. Me enseñó a habitarme, a estar presente, a observarme, a escucharme.
A mis 53 años sigo en este camino de autodescubrimiento, un camino que inició con el yoga y que seguramente seguirá hasta mi último aliento. Un camino donde vivo con más presencia, más consciencia y más gratitud, incluso en los días difíciles.
Porque cuando empiezas el sendero del autoconocimiento, ya no hay marcha atrás. Solo puedes avanzar, cada día un poco más despierta.
El cuerpo: la puerta de entrada a la consciencia
Fue a través del cuerpo que logré despertar. Mientras estemos en este plano humano, el cuerpo es el vehículo de la consciencia, el puente para experimentar lo divino, lo sutil, lo profundo.
Y ese descubrimiento cambió mi vida.
Si tú también quieres despertar a través del cuerpo…
Hay muchas formas de iniciar este camino. El yoga es una de ellas, pero no la única. Lo que sí te puedo decir es que el cuerpo tiene un lenguaje, señales, memorias y una sabiduría increíble que, cuando aprendemos a leer, nos transforma.
Por eso creé mi curso online:
✨ Descubre el Lenguaje de tu Cuerpo✨
Un programa donde te comparto herramientas, prácticas y conocimientos que han cambiado mi vida y la de tantas mujeres que acompaño.
El curso inicia en menos de dos semanas.
Si este tema te llama, aquí te dejo el enlace con toda la información.
Con cariño,
Susana 🌷
¿Te gustaría seguir profundizando en este camino de crecimiento personal y bienestar?
Cada semana comparto reflexiones, herramientas y recursos prácticos en mi blog para ayudarte a cultivar una vida más consciente, plena y alineada con tu esencia.
🌀 Suscríbete a mi newsletter para recibir directamente en tu correo:
Las nuevas publicaciones del blog
Ejercicios y prácticas para tu bienestar
Novedades, talleres y contenido exclusivo
👉Suscríbete aquí Es gratuito, y puedes darte de baja en cualquier momento.
Gracias por estar aquí. Que tu camino hacia una vida plena sea siempre guiado por el amor, la coherencia y la consciencia.



Comentarios