Tu cuerpo siempre dice la verdad (aunque tu mente no quiera oírla)

Susana Echeverria
27 oct
4 Min. de lectura

¿Alguna vez te has preguntado cómo enfrentas los problemas? Esos problemas que preferirías no tener que mirar, los que incluso podrías no reconocer porque simplemente no quieres verlos.

"cuando ignoras un problema, no desaparece. Solo se hace más y más grande"

La mayoría de los conflictos que enfrentamos surgen de la forma en que nos relacionamos con el mundo: con las personas o con las situaciones que vivimos. Cuando aparece un conflicto que nos genera malestar emocional, a veces preferimos ignorarlo. Tal vez porque no sabemos cómo solucionarlo, o porque es tan grande y abrumador que solo pensar en él nos paraliza.🥶

Así que lo apagamos. Lo escondemos. Nos distraemos con otra cosa y pretendemos que no está ahí. A veces lo hacemos de forma inconsciente, sin darnos cuenta de que estamos negando algo que nos incomoda. Incluso podemos convencernos de que "no pasa nada", de que "estamos bien".

La mente evita el dolor a toda costa, pero el cuerpo no miente

Nuestra mente es hábil para esquivar el dolor. En su intento por protegernos, nos desvía de lo que realmente está sucediendo. Sin embargo, al ignorar un problema solo permitimos que crezca… hasta que un día explota frente a nosotros. Y a veces, cuando eso ocurre, el daño ya es difícil de reparar.😣

Esto sucede con frecuencia en las relaciones: permitimos que el conflicto o la incomodidad se instalen, se normalicen y se vuelvan parte del paisaje, hasta que algo se rompe —nuestra salud, la relación misma, o ambas cosas—.

Pero, si tenemos tendencia a ignorar o minimizar los problemas sin darnos cuenta, ¿cómo podemos detectarlo?🧐

La buena noticia es que, aunque la mente puede engañarnos, el cuerpo no. Nuestro cuerpo siempre dice la verdad. Las sensaciones físicas son un reflejo del estado de nuestra vida, por eso es tan importante mantenernos en contacto con ellas.😉

El lenguaje del cuerpo

Todos hemos sentido alguna vez “mariposas en el estómago” cuando estamos nerviosos o emocionados, un nudo en la garganta cuando estamos tristes, o tensión en los hombros o la mandíbula cuando sentimos ira. El cuerpo reacciona constantemente a nuestras emociones, por mucho que intentemos controlarlo.

Las sensaciones físicas no siguen las reglas ni los filtros de la mente. Nuestros órganos no analizan ni juzgan: simplemente funcionan bien o no tan bien, según lo que está ocurriendo dentro de nosotros.

Por eso, si hay un malestar emocional que no quieres ver, es posible que tu cuerpo lo esté reflejando, observa si tienes molestias físicas, ¿dónde están? ¿Cuando aparecen? etc.

Es importante hacer las paces con tu cuerpo y agradecerle porque seguramente está tratando de decirte algo con ese malestar, dolor, síntoma o enfermedad...

Si logras sentir la emoción, no te castigues por estar triste, frustrada, enojada o culpable. Tienes derecho a sentir. Reconoce la emoción. Permite que esté ahí (claro, sin por ello alimentarla con pensamientos negativos o de victimismo). Obsérvala con curiosidad:

¿Qué la provoca?
¿Cuándo la sientes?
¿Aparece sola o acompañada de una sensación física ?

No huyas del sentir, pero tampoco te aferres a él. Sé testigo. Observa cuándo surgió, qué lo disparó, qué estabas haciendo o pensando en ese momento.

El cuerpo habla lo que la mente calla

Hay muchas historias que muestran cómo el cuerpo nos habla, aquí te doy algunos ejemplos para ilustrarlo:

Martín era un niño que se sentía ignorado por sus padres —demasiado ocupados para atenderlo— un buen día el niño enfermó de gravedad 😢 y sus padres volcaron toda su atención y cuidados hacia él. La enfermedad se convirtió en su forma de obtener la atención de sus padres y funcionó a las mil maravillas, ya que sus padres empezaron a dedicarle tiempo y llenarlo de mimos. Con los años, Martín se volvió un adulto enfermizo, ya que su forma de pedir atención o amor, era enfermando.

Inés, era una mujer que nunca se sintió escuchada por su esposo, un buen día perdió la voz sin explicación alguna (de qué le servía hablar si no la escuchaban). Pasó casi un año sin poder hablar 😳. Fue a través de la terapia que entendió la causa emocional detrás de su silencio… y su voz regresó.

Marcela que estaba en una relación aparentemente estable, perdió el deseo sexual y comenzó a sufrir desequilibrios hormonales y problemas de fertilidad. 😣 Más tarde comprendió que nunca se había sentido amada ni deseada por su esposo, y que su cuerpo había comenzado a “cerrarse” como consecuencia. Años después, recuperó su salud, su placer y hasta pudo tener un hijo, (con otra pareja).

Escucha más a tu cuerpo y menos a tu mente

Los problemas que enfrentamos —sobre todo en nuestras relaciones— no siempre son obvios. Pero el cuerpo y las emociones son guías fieles: si prestamos atención, pueden mostrarnos lo que aún no somos capaces de ver con la mente.

No ignores los problemas. Enfréntalos, acéptalos, haz las paces con ellos. Esa es la única forma de comenzar a resolverlos. Toma un papel activo en tu bienestar en lugar de anestesiarte o evadir lo que no te gusta.

Empieza por escuchar un poco más a tu cuerpo… y un poco menos a tu mente, para entender lo que realmente está pasando.

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¡Que tengas una hermosa semana!

Con cariño,

Susana 🌷

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