Intuición: el sexto sentido que todas tenemos (pero no todas usamos)
- Susana Echeverria
- 3 nov
- 4 Min. de lectura

“Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.” – Antoine de Saint Exupéry
Hace algunos años llegó a mí un libro muy especial y diferente. No lo estaba buscando, simplemente cayó en mis manos (pero nada sucede al azar…).
El libro se llama: “Diario de una psíquica” de Sonia Choquette, donde la autora narra su historia, como desde niña, tenía muy desarrollado el don de clarividencia. Cuenta lo que tuvo que superar para manejar su don, y sobre todo, para no creer los estereotipos y juicios de los demás, ya que era una niña catalogada como “diferente”, “rara”, a veces incluso "un poco loca" por lo que no tenía muchos amigos y no lograba encajar.
Sin embargo, su madre la apoyó y en lugar de silenciar sus dones o infundirle miedo, hizo todo lo contrario, reconoció que su hija tenía un don, no un defecto —como muchos a su alrededor pensaban—, y la ayudó a canalizarlo y desarrollarlo.
Lo que más me cautivó de este libro fue cómo ella narra ese largo camino de aceptación de su “diferencia”: algo que al inicio le pesaba mucho y consideraba un desperfecto, y que luego se convirtió en el don más valioso de su vida, una de sus grandes fortalezas.
Además de ser una historia interesante y amena, ella explica que todos los seres humanos podemos desarrollar nuestra intuición, ya que es un don latente en cada uno de nosotros, solo que muy pocos lo cultivan y el libro ofrece ejercicios para re-conectar con ese don.
Es cierto que hay personas que nacen con este don muy desarrollado, como fue el caso de Sonia, pero todos podemos desarrollarlo si realmente lo deseamos.
Cuando la vida te pone a prueba
En esa misma época yo estaba atravesando una etapa especialmente estresante. Mis hijos mellizos tenían apenas dos años, yo había regresado a trabajar medio tiempo y me costaba muchísimo dejarlos, incluso sabiendo que estaban con una persona de total confianza. Manejar la maternidad a distancia y un trabajo con responsabilidades no era nada fácil para mi.
Recuerdo claramente un día en el que recibí una llamada de la nana mientras estaba en la oficina.
Ese tipo de llamadas que te paralizan 😳
La señora que cuidaba a mis hijos era muy tranquila, con mucha experiencia (tenía cuatro hijos y cinco nietos). Por eso, cuando vi su número en la pantalla, algo dentro de mí se tensó. Si me estaba llamando al trabajo, era porque algo serio estaba pasando. No me equivoqué...
Mi hija se había caído muy fuerte y se había golpeado la nuca contra el piso, parecía desorientada y con ganas de dormir. La nana se oía muy preocupada y me dijo que estaba intentando mantenerla despierta, muy alarmada, me pidió que regresara a casa lo antes posible para llevarla al médico.
En ese instante se me heló la sangre. Sentí una corriente fría atravesar mi cuerpo; la angustia se apoderaba de mi a pasos agigantados, en cuestión de segundos mi mente se iba a los peores escenarios.
Pero ahí, en medio de ese torbellino emocional, recordé los ejercicios del libro, esos que había estado practicando para desarrollar mi intuición. Mientras manejaba de regreso a casa, comencé a aplicarlos.
Y lo que ocurrió fue… mágico.
La corazonada que lo cambió todo
Conecté con mi sabiduría interna, a través de mi corazón (como lo explicaba Sonia en su libro) y de pronto sentí —literalmente sentí— que todo estaba bien. Que el golpe no era grave.
Mi cuerpo se relajó por completo. Una paz profunda me envolvió. Cuando llegué a casa, estaba serena; tenía una certeza absoluta de que todo estaría bien.
Agradecí a la nana por su preocupación. Al ver a mi hija me sentí todavía más tranquila. Mi corazón me decía que no había de qué alarmarse. De todas formas, llamé a la pediatra, quien me indicó algunas señales a las que debía prestar atención, pero no consideró necesario llevarla a consulta si no aparecían otros síntomas.
Observé a mi hija durante 24 horas y todo estuvo bien.
Pero lo que jamás voy a olvidar es la súbita sensación de calma que tuve al conectar con mi intuición. Pasé de la ansiedad extrema a una paz inexplicable. Escuché la voz de mi corazón diciéndome que todo estaba bien, y no se equivocó.
La voz del corazón
No es casual que a esta sensación la llamemos “corazonada”. Nuestra intuición —nuestro sexto sentido— no viene de la mente, sino del corazón.
Para escucharla, necesitamos bajar el ruido mental, aquietar la mente y permitir que el corazón nos susurre, pues su voz es más sutil.
Con práctica y dedicación, todos podemos cultivar esta escucha activa de nuestra sabiduría interna. Ahora, cada vez que la preocupación me invade, regreso allí: a ese lugar de sabiduría en el que siempre encuentro respuestas que me dan paz.
Si crees que la intuición no es para ti, si piensas que el sexto sentido no existe o que es un don reservado para unos pocos, quiero invitarte a descubrir por ti misma que sí puedes desarrollarlo, así como lo hice yo. Tu intuición está ahí. Solo necesita que le abras un espacio para hablarte.
Si tienes ganas de saber más, te cuento que esta semana abro las inscripciones a mi curso: “Descubre el lenguaje de tu cuerpo” donde te acompaño a re-conectar con tu sabiduría interna, a escuchar tu intuición y a cultivar esta poderosa herramienta para que guíe tu vida desde adentro hacia afuera. Además estudiaremos otros mensajes del cuerpo como son: la enfermedad y las emociones atrapadas.
Aquí te dejo toda la información del curso y si resuena contigo, espero verte dentro!!!! 😉
Con cariño,
Susana 🌷
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