El arte de vivir desde el SER
- Susana Echeverria
- hace 3 días
- 4 Min. de lectura
Nuestro mundo enfrenta enormes desafíos. Nos encontramos en el umbral de grandes transformaciones, tanto a nivel individual como colectivo, mientras somos testigos de cómo los cimientos obsoletos de nuestra civilización se tambalean, si no es que se desmoronan por completo.
La mayoría de nuestros referentes conocidos parecen desvanecerse, y precisamente por eso se nos presenta una oportunidad extraordinaria: la posibilidad de una profunda transformación personal y de un cambio colectivo.
Debemos encontrar los medios para mantener nuestra paz interior y nuestro bienestar en estos tiempos cambiantes y tumultuosos. En mi escuela de bienestar, busco justamente eso: ofrecerte herramientas de auto-descubrimiento, bienestar y consciencia, para que puedas permanecer en tu centro, pase lo que pase afuera.
Una metáfora sobre el ser humano
Hace algún tiempo leí un libro maravilloso titulado El Maestro del Corazón, de Annie Marquier, en el que la autora propone una metáfora que nos ayuda a comprender mejor la dinámica interna de nuestra humanidad.

Marquier compara al ser humano con un conjunto formado por:
un carruaje
un caballo
un conductor (que dirige al caballo) y
un maestro que viaja como pasajero.
Simbólicamente, el carruaje representa nuestro cuerpo físico; el caballo, nuestras emociones; el conductor, la mente; y el maestro, nuestro SER, nuestra verdadera esencia.
Los aspectos físico, mental y emocional conforman lo que solemos llamar nuestra personalidad o nuestro ego, mientras que el Maestro representa nuestra esencia más profunda y trascendental.
Veamos cada uno de estos elementos con más detalle.
El carruaje (el cuerpo físico)
Siguiendo esta metáfora, el estado de nuestro carruaje —el cuerpo físico— depende del mantenimiento que le brinde un conductor consciente, pero también de la manera en que es guiado por el caballo.
Como el cuerpo físico es visible y tangible, puede ofrecernos una clara indicación del grado de equilibrio y dominio que el conductor tiene sobre el conjunto del vehículo.
El caballo (las emociones)
Curiosamente, la palabra emoción proviene del latín emovere, que significa “mover hacia fuera”. Por lo tanto, una emoción es un movimiento, un impulso que saca a la persona de su estado habitual.
Nuestras emociones determinan nuestro poder de impulso, nuestra fuerza y nuestra capacidad de actuar. Son un gran depósito de energía vital.
El caballo es quien tiene la energía para tirar de todo el vehículo; es un elemento esencial del viaje. La pregunta es: ¿cómo estamos utilizando esa energía?, ¿la dejamos desbocarse o aprendemos a canalizarla con sabiduría?
El conductor (la mente)
El conductor es quien sostiene el proceso del pensamiento y sus funciones son fundamentales, pues dirige todo el vehículo. El caballo responde al proceso mental del conductor, no a las circunstancias externas, como solíamos creer. En otras palabras, la dirección del carruaje depende del estado interno del conductor.
Cuando la mente está en calma y escucha, el viaje se vuelve armonioso. Cuando se deja arrastrar por el miedo o la confusión, todo el sistema se desequilibra.
El Maestro (nuestro SER)
Los nombres que se le han dado al SER son tan diversos como las culturas y lenguas existentes: alma, espíritu, esencia divina, ser superior, yo profundo…
Aunque la filosofía materialista todavía niega la existencia de esta dimensión, las tradiciones milenarias, la experiencia directa de un número creciente de personas y los descubrimientos científicos más recientes revelan su presencia innegable.
El Maestro es el guía interior y la sabiduría profunda que habita en el corazón de cada ser humano.
¿Cómo funciona actualmente el ser humano?
Durante mucho tiempo, nuestra forma de vivir ha negado o descuidado la existencia del Maestro. Por eso, el conductor ha tenido que dirigir el carruaje por sí solo, sin escuchar las sutiles pero vitales instrucciones del Maestro.
Hasta hace poco, la mente no había desarrollado una relación consciente con esa parte esencial; en muchos casos, ni siquiera sabía que estaba allí. Como resultado, el funcionamiento del “vehículo humano” ha sido limitado y fragmentado.
El conductor no tiene —ni tendrá jamás— todo el conocimiento necesario para guiar al caballo y al carruaje de la mejor manera. Necesita la sabiduría del Maestro para hacerlo bien.
Los desafíos, problemas y dificultades que enfrentamos —tanto personales como colectivos— provienen directamente de esta falta de comunicación interior y del funcionamiento limitado que genera.
Hacia un nuevo modelo humano
Por primera vez en nuestra historia —al menos en la historia que conocemos— estamos más cerca de alcanzar el modelo humano ideal, en el que el Maestro puede recuperar su influencia y autoridad natural.
Si logramos integrar verdaderamente al Maestro en nuestra vida cotidiana, estaremos participando en una gran revolución de la conciencia humana, que nos permitirá crear un nuevo mundo: más consciente, más amoroso y más alineado con la verdad de nuestro SER.
Idealmente, el conductor —nuestra mente— debería actuar de la siguiente manera:
Transmitir la información externa al Maestro.
Escuchar las instrucciones del Maestro.
Guiar con éxito al caballo en la dirección correcta, según esas instrucciones.
Cuidar inteligentemente del carruaje.
"Cuando el cuerpo, la mente y las emociones están al servicio de la sabiduría del SER,
todo fluye con armonía. El camino se vuelve más claro, y la vida, más plena"
Que el Maestro de tu corazón guíe siempre tu viaje.
Con cariño,
Susana 🌷
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